siembra va cantando, porque
piensa que el cantar su cosecha
va prosperando.
No hay campiña más alegre
que el sembrar del labrador,
con sus cantos muy a gusto
y su afán el segador.
Pisar la tierra es un lujo y
llevar la yunta al trabajo porque
al labrados se le figura con el
pan bajo el brazo.
Labrador, labrador, que has
puesto en tus tierras el amor,
la espiga va floreciendo que
será el fruto y recompensa
mejor.
Vale el agua, vale el viento
para curar el centeno y
guardar su porvenir a este fiel
segador.
Va sembrando con su puño
la semilla el labrador que cae
sobre la tierra, que abre sus
venas a la vida, que el sol y el
agua misteriosa da su fruto al
segador.
Autor Juan Alonso Nebreda
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