añade a la del firmamento.
No viaja ella, es un reflejo, tan solo navegan
sus deseos con la presión fuerte de los remos.
El mar respeta su ansia, un ansia de sueños
en sus reflejos.
También tomé sus manos, las tomé con
ilusión, una ilusión de viaje, un viaje con
tinieblas, brumas y agitadas olas, que nos
quería destruir de este universo.
El silencio para la ruta, perfilando un
rumbo distinto al designado.
Seguimos navegando en la cartografía de
la muerte y sin embargo el marinero conserva
su temor ingenuo a lo desconocido, ante este
Dios del mar.
Se vierte el agua por la borda, como por su
memoria.
El lastre de la vida sigue en el pensamiento,
el agua dibuja la figura de su torso en los golpes,
dados a las brazadas que nos llevan a la cresta de
El paso del tiempo, borrara nuestro rastro y
nuestras ilusiones, puestas con un empeño
denegado..
El viento azota sobre las velas, en nuestra
fija mirada que se impone desde nuestro celestial
azul del cielo.
Pero desde allí regresamos, del presente infierno
envuelto entre las olas y fingiendo vida, infierno y
cielo.
En el mar solo hay hojas que iluminan un pasado
, que pueblan nuestro presente sueño, pasiones, vida
que convierten de esta manera una aurora de que
perdurara nuestro destino.
Autor Juan Alonso Nebreda
8 de Marzo del 2013
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