horizonte se ve flotando en el
infinito azul del cielo, los luceros
amigos y la estrella polar.
La noche cae lentamente,
apagado el mundo se ve y al
girar esconde el oscuro vacío,
que jamás alma humana podrá
traspasar.
¡Noche!
Noche apacible en calma,
confidente de tantas penas
oscuras como la misma alma.
Cierra tus puertas y
eternamente guarda el secreto
de las amargas lágrimas
derramadas.
En la soledad de la noche
acompañado de mi sombra voy
y en el silencio del infinito mis
pasos escuchando estoy.
Que sola se queda mi alma,
que cansado late mi corazón,
que triste es ver nacer el día,
que triste ponerse el sol.
Autor Juan Alonso Nebreda
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