quise y yo la quiero. el manantial y la
fuente, o el balar de los corderos o
como el cantar de los pájaros y el
resurgir de los cielos.
Se saludan todos los días y sus
cánticos son un eco, los cantes y sus
notas se prolongan por los llanos y
los cerros, hay algo de calor apacible
y hogareño.
Si yo supiera callarme, que
que silencio en mi ermita y que
extrañeza entra en mi pecho.
El día tras día, hora tras hora, el
tiempo pasa alegre, las flores con sus
perfumes aroman el melodía, recoge
las ondas, besa la playa, los gritos
de las olas graban su armonía, el
tiempo pasa y suenan llantos de risa.
Autor Juan Alonso Nebreda
27 de Febrero del 2013.
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