a encarcelar, pues los jueces lo castigan por
un delito de amar.
Está mujer fue su tormento, ella fue su
gran amor, pero un buen día la buena chica
de su amor se rió.
Al estar en la cárcel, pobre de mi, con su
caballo al trote, a ella se la dejo ver allí, con
sus alegres canciones al reo se las cantaba así.
Caballo corre caballo, nunca mires para
atrás, lo que importa es que a mi hombre un
buen día lo han de ajusticiar.
Por nuestras malas acciones, yo la partí
el corazón, pues mi alma partida estaba y me
dejo su traición y los jueces que hay ahora
ven que el culpable soy yo, no me importa
que me castiguen si dejó de verla yo.
Si me castigan por reírme, hay de mi,
prefiero que me maten, pues mi alma sin ti
no sabrá estar, es muy triste para mi hombre
y mi canción sigue hay.
Caballo, corre caballo, no dejes de correr
ya quisiera llegar a tiempo y con mi canción
poder hablar.
Autor Juan Alonso Nebreda
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