lunes, 10 de diciembre de 2012

(LA GRAN NEVADA) DE JUAN ALONSO NEBREDA

   Mediados el mes de febrero, nevada de por medio caía,
unidos de la mano por las rizadas quiebras del monte,
se trepaba buscando los espacios más cobijados, y así
protegernos del frío y de la nieve.
   Cada trecho nos parábamos para darnos un suspiro
a nuestros pechos cansados y jadeantes, o bien se subía
despacio el paso a paso y tirando del cuerpo hacía delante,
buscando nuestras manos y en la diestra un bastón para 
poder seguir caminando.
   Poco a poco se iba trepando los cerros, donde moran 
las aves rapaces, aves de gran altura, que con su fuerte
plumaje se defendían del temporal.
   Según subimos ya huelen las hierbas montaraces  y su 
fuerte olor nos conmueven, romero, tomillo, espliego y
salvia, que sobre la gran nevada sobresalían a su 
encanto.
   Es bonito ver volar al buitre, con su majestuoso vuelo
 cruzan en solitario el puro gris del cielo.
   La entrada en el monte agudo y en una redonda loma
cual recamado escudo, los trinos del escribano, eran los
únicos sonidos que nuestros finos oídos podían percibir.
   Se veía el horizonte cerrado por sus colinas oscuras,
coronadas por robles, hayas y encinas desnudas.
peñascales y prados solitarios de animales, solamente
alguna oveja rumiaba la fresca hierba que en algún
tramo del camino se podía ver.
   ¡Oh! tierra triste y noble del Gorbea, la de los cerros
altos, llanos yermos y rocosos, de campos sin arados,
regatos y arboledas. caminos sin mesones, sin danzas
ni canciones, así es está tierra, la tierra del Gorbea.
   Autor...Juan Alonso Nebreda  
   
 

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