Era una mañana de primavera y los
rayos del sol hacían su aparición
fuertemente en mi barrio, que de niños
jugábamos sin cesar, las aves tanto los
gorriones como las palomas se
presentaban para darse unos baños de
arena, que en esos momentos había en
la calle.
Sus gentes paseaban, la verdad es
que apetecía tomar ese sol tan radiante
que nos regalaban, para la humanidad
es costumbre, pero una pobre muchacha
el sol en una silla tomaba.
La muchacha estaba alegre, se la veía
sonreír y de sus labios se dibujaba una
gran alegría, se la notaba muy animada,
el barrio la quería y sus gentes a ella
siempre la saludaban.
La plaza de mi barrio con ella en la
silla siempre enamoraba, se sentía muy
feliz y con sus gentes siempre hablaba,
adora a este barrio y se sentía muy feliz
allí sentada, que daba a entender que
siempre estaba sonriente con la gente
que ella amaba.
Autor Juan Alonso Nebreda
27 de Enero del 2013.
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