Se acaba el día el día, y mi vida
empieza a parar, llega la noche y
mi alma envejecida esta.
Ese día que me empuja a vivir
y continuar, me hace sentirme vivo
y esperanzas a albergar, pero se
va cruelmente sin dar tiempo a
pensar, que hay que exprimir la
vida, pues se va y no vuelve
jamás.
Quiero olvidar la tristeza,
necesito alejar el dolor, pues en
esta vida con tanta crudeza en mi
alma falta calor.
En este mundo cruel y
desenfrenado, con miseria,
podredumbre, maldad, mi
corazón está desgarrado... ¡esta
ciega la humanidad!
Autor Juan Alonso Nebreda
3 de Enero del 2013
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