Hay un profundo oleaje
nuestros oídos, no oyeron
el murmurar del agua cuando
azota sobre las aguas.
Braman las olas una tras de
otra, son pequeñas, pero una
es inmensa y golpea con
mucha energía sobre las rocas
que se resisten del golpeo tan
feroz.
Los peces temen su
inmensidad del agua azul, que
a su vez se convierte en verde
espumosa y en su retroceso
arrastra la arena hacía las
profundidades del mar.
Soy un afortunado el poder
contemplar estas maravillosas
olas, que son completamente
llamativas hacía nosotros y
en esos momentos los peligros
no vemos.
A través de ellas, el mar se
ríe enfurecido, diciéndonos
aquí estoy y no permitiré que
nos destrocéis, eso es el mar
con sus olas majestuosas.
Autor Juan Alonso Nebreda
22 de Enero del 2013
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