mañana de febrero la helada
cubría y tapaba la hierba, y
soplaba el viento mañanero.
Rodeado de pinos, robles y
arboledas, aquel pueblo castellano
tan sufrido, tan paciente y
heroico hasta que salio triunfante.
En la casa de las afueras, o
simplemente casa rural, vivían
familias alejadas de pueblo con
todos sus animales.
Cuatro chavales revoltosos
en su morada alborotaban y los
mayores con con santa
paciencia a si les mandaban
callar.
En las cuadras y cortijos
mientras tanto los animales
rumiaban, mientras otros
retozaban y otros allí dormían.
Al amanecer la cocina
prendían, para cocinar la comida
y a si poder almorzar.
Pedro como siempre
respetuoso con su autoridad de
padre, a por leña fue al cortijo
acompañado del candil.
Al poco rato el hacha da un
fuerte golpe, el golpe fue tan
tremendo, que el trozo de madera
escapo y lo paro el cuerpo de
aquel caballo veloz.
El equino dio un respingo
que de su atadura se soltó, el
palo se descolgó, que mala
suerte tuvo el carnero, cuyos
cuernos atravesaba la anilla en
la cadena y sus cuernos allí
Autor Juan Alonso Nebreda
19 de Julio del 2013
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