recorren el cuerpo princesa, se
enciende una mecha en el corazón y
alma, con todo tu calor provocado se
enciende el mío.
Tengo siempre esa templanza de
esperar para amarte con ternura y
pasión , que siempre me provocas
para hacerlo, tu siempre ternura y tu
sonrisa me provoca.
Tu corazón siempre late a un
ritmo controlado pero sé que me
deseas como yo a ti, tus manos
cuando me acarician siempre son
el alivio para pensarte cada vez más
profundamente.
Nuestros cuerpos se tapan con el
frió que existe en la habitación,
nuestra ansiedad de amarnos se
agiganta y nuestros cuerpos se
rinden al deseo de besarnos y
amarnos.
Tus manos suavizan el frenesí
del querer, siempre suspirando el
delirio de amarnos en esta noche
llena de plenitud de nuestros
deseos y de perdernos en el placer
que conjuntamente compartimos,
en esta sensación de vivir.
Autor Juan Alonso Nebreda
6 de Diciembre del 2013.
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