volviendo a la casa que en mi niñez
me cobijaba, la inocencia de
pequeño adolescente mis sueños.
Hoy encierra la nostalgia, ya no
existe aquella magia de aquél gran
amor paterno, ya no hay nada como
entonces.
La casa vieja es distinta, está en
tinieblas y fría, me golpea el
corazón, tampoco están ellos dos,
solo queda un ser adorable, mi
madre.
Hay una lágrima arisca que me
nubla, la visión ni los vecinos
quedaron para observarme llegar,
no esta Juan ni Pedro, no esta María
ni Abel, pero esta Paquita y Maribel,
también Lucia, en el cerco once
amiguitos sinceros y un amor de la
niñez.
Pero entre tanta tristeza me pareció
haberlas visto, como en un sueño
perdido, mientras sus brazos se
ahíncan con mucha indulgencia
decían, hijo por fin volviste, con
una sonrisa triste y mirada de alegría.
Autor Juan Alonso Nebreda
11 de Octubre del 2015
Un placer leerte, amigo, Gracias, Juan Alonso.
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