Noto como mi alma se me
envenena, mi respirar va sin
rumbo, dando giros por el
mundo, tan preocupado por
las gentes que no tienen
destino.
La buena voluntad se detiene
y sigue el paso, y el saber se
convierte en un respiro, rozo
tu cuerpo con mis manos, cruzo
el mar desnudo bajo la mirada
del cielo y las nubes de su celeste
cielo me devuelve su encanto.
Tu anhelo finge llanto y maldad
y maldigo siempre el destino
que fue cruel contigo en ese
día tan importante, que siempre
calmaste con un ímpetu de esta
fuerte liberación de tantas
maldades juntas.
Levantas las del mar, siempre
saladas, es el sabor del agua y
de la vida, pero no de esta vida,
el agua siempre será salada, pero
el cariño y el amor, es como el
viento, hoy me azotas y mañana
te detienes.
Autor Juan Alonso Nebreda
14-12-2012
Volver a leer este poema es un placer...por su intensidad y su contenido.
ResponderEliminarBellisimo es un placer leerte de un abrazo
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