Como se puede caminar y apreciar
a su vez la enorme naturaleza.
Donde está, está gran belleza en la
cual existe la soledad.
Si nos hace pensar a su vez que
para que haya alegría hay que tener
belleza, y para la pura soledad hay
que tener tristeza, aunque en ello nos
cause, lloros, amarguras y tristezas.
Al monte me dirigí buscando
paraísos y pasando el rato con ellos,
y en ellos mi alegría encontré.
Andando y caminando placentero,
alegre y contento, por un camino
costero, cerca de las rocas de un
precipicio donde las aves vuelan,
agitándose suavemente en su aleteo
firme y lento.
Era un camino estrecho y
alargado lo dibujaban el caminar de
las personas que un sin fin de veces
iban y venían por el mismo lugar sin
cansarse de vagar.
Pensaba y pensaba caminando,
estaba entusiasmado, por los rayos
del sol que en ese momento lucia,
y el calor que de ellos desprendían.
Cada poco a poco miraba el
horizonte, dando un placer a la
vista, gozando de paz y armonía.
Seguía mirando el infinito y
contemplaba su cara alegre, su
alma se dibujaba y mi amor
seguía creciendo.
Sentí una alegría en el profundo
del corazón, me hallaba en plena
alegría que quise tumbar la dicha de
la presencia de mi amor, y poco a
poco te fui amando.
Autor Juan Alonso Nebreda
8 de Marzo del 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario