Que bonito y precioso es ver,
el romper de la mañana.
El olor y sabor de las frescas
rosas, o tenerlas en la mano.
Sus espinas doradas, es como
si están bordadas, sobre perlas
y lienzos de grana.
Besos de mi pastora soberana,
que parecen lágrimas hermosas,
sobre esa cara linda y milagrosa.
De quién mezclaste leche y
sangre mana, lanzando el tiempo
en su leve llanto, un gemido
suspiro de su alegre pecho.
Tal que es más difícil voz
enternecidas, que una vez que
se eternicé, bastara un dulce
canto.
V
er que hay un corazón
herido y que las lágrimas y
suspiros fueron fuera.
Autor Juan Alonso Nebreda
28 de Marzo del 2013
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