Estando paseando por un litoral,
una ola mojo mi cuerpo, pero al
sentir el agua fría corrí, esa ola me
llamaba corrí, y un cuerpo mojado
encontré en mi camino, suplicaba
mi nombre.
Era ella que con su cuerpo
mojado lucia con esbeltez, y sus
pechos pronunciados, apuntaban
sobre mi como si fuesen dos
dardos a mi corazón.
Eres tú verdad, eres tú la que
pronunciaba mi nombre, sus ojos
eran alegres y relucientes, y muy
sonriente dice si soy yo, que vengo
de muy lejos y las olas me han
traído hasta aquí.
El sol resplandecía como nunca,
mis ojos vieron eran unos rayos de
sol poderoso y reflejantes, hacía
calor pero no quemaban, nos
cogimos de la mano y semi desnudos
con nuestros pechos al son del aire
nos pusimos a caminar sin cesar por
la orilla de la playa, entre el agua y
la arena, hasta empezar el nuevo día.
Autor Juan Alonso Nebreda
20 de Agosto del 2013
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