Salgo a caminar por unos inmensos
caminos maltrechos pero sin fin, en un
día oscuro y nada soleado, sin el más
allá llegó a nueva región más vegetal
que el viento y con una luz que supera
todos los pensamientos, y en mi arde la
sangre, el río calla tu voz con su
inmenso caudal.
El sol brilla en mi alta montaña,
rostros de palidez estaño y soledad en
su verde meseta, quiero subir a la cima
minera, subo por la parte sur hacia la
extraña cima, pura base del paraíso,
destinado para poder ver y descansar.
Todas las veces que escale hasta la
cima, mis manos sangraron, y llenas de
dolor derramaron lágrimas, y el viento
aparece con suma rapidez que me
imploraba y me llamaba.
Cantar a la alegría cantar y cantar,
nos libera de todas las batallas y nos
llega a la esperanza del grito en la voz.
Autor Juan Alonso Nebreda
22 de Agosto del 2013
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