Tus ojos se van de
mis ojos, y vuelven
después de recorrer
un páramo de
ausentes.
Tus brazos se
desploman en mis
brazos y ascienden
retrocediendo ante
esa desolación que
sientes.
Tu boca se me
marcha de mi boca
y regresa con
varios besos
muertos que aún
laten, que aún
quisieran.
Desolación con
hielo, aún mi calor
te vence.
Autor Juan Alonso Nebreda
4 de Septiembre del 2013
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