Te vi esa mirada cuando me decías
adiós, era un mirar penetrante, nos
mirábamos los dos con nuestros ojos y
veíamos ese mar tan inmenso que nos va
a separar, al mirarnos nuestros ojos
relucían, el tiempo se nos pasó, es como
ese aire que azota y sin saber desaparece.
A ese mirar, se suma tu voz ronca de
tantas lágrimas derramadas por no querer
separarte de mi, se hizo una pausa y sentir
de amar calmo mi corazón en esta agitada
ilusión de que a veces es bueno una
separación para ver a donde llega este
amor que nos juramos.
Nuestros cuerpos se aceleran sin recelo
intentando calmar ese deseo, que con las
caricias y besos sentimos ese placer y esa
ansiedad de amarnos, los latidos se
aceleran y nos encontramos ante este amor
que dos seres se desean.
Había un silencio perfecto, solo se oía
el agua del mar, que se mezclaba con la
agitación de nuestros cuerpos, somos estos
dos seres
que se aman y se sienten
privilegiados con toda esa vida y el
destino nos lleva a amarnos.
Autor Juan Alonso Nebreda
12 de Junio del 2015
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